Politique Internationale

Despegue de una nueva potencia

INDIA: Tras el despertar de China, la India se posiciona como nueva potencia emergente en Asia, cambiando su mapa estratégico y geopolítico.

La India brilla ». El lema elegido por el Bharatiyha Janata Party (BJP), el partido nacionalista hindú, para su campaña electoral en 2004, ha llegado incluso hasta las altas esferas de la política internacional.El nuevo brillo de la India ha provocado un vuelco muy importante en la actual distribución de fuerzas en el mapa asiático, como lo demuestra el creciente interés de Estados Unidos hacia la potencia emergente.

Con una población de más de 1.087 millones de habitantes, un crecimiento económico del 8% anual, y en posesión del arma nuclear, la India se esta consolidando como una de las grandes potencias económicas y militares del mundo. Gracias a las reformas económicas que el Gobierno del partido de izquierda, el Partido del Congreso, llevó a cabo en los años 90 tras una grave crisis financiera, « la India es ahora la décima economía del globo. Y en 20 ó 30 años, será la cuarta », apunta Jean-Luc Racine, director de investigación en el centro de estudios sobre la India y Asia del Sur del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS en sus siglas francesas).

La reciente visita del presidente americano George Bush a Nueva Delhi muestra evidencias de un interés más allá del puramente económico por la nueva potencia: por primera vez desde la firma del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) en 1968, Estados Unidos propone una colaboración y una transferencia tecnológica en materia nuclear a un estado que rechaza el TNP, piedra angular del sistema de vigilancia de los programas nucleares a nivel mundial. Este inequívoco apoyo a Nueva Delhi evidencia un cambio drástico en la política americana en su postura hacia la India, así como una redistribución notable de las cartas en el mapa político de la región asiática.

Como destaca Jean-Luc Racine, « EEUU había sancionado al Gobierno indio tras los ensayos nucleares de 1998. Sin embargo, en 2000, Clinton, en su visita a la India, habló de ‘concierto de las democracias’. Y ahora Bush está cambiando drásticamente las reglas del juego », rompiendo con los modelos estratégicos herededos desde la guerra fría. En esta época, las relaciones internacionales estaban determinadas por el enfrentamiento indirecto entre EE UU y la Unión Soviética y la pertenencia a uno u otro bando.

Nuevo paisaje estratégico

En este marco, la India se definía por su cercanía a la Unión Soviética, que le apoyaba en el desarrollo de su programa nuclear, y por su protagonismo como país líder del Movimiento de los No-Alineados bajo Jawaharlal Nehru en los años 50. En cambio Estados Unidos ayudaba a Pakistán, el sempiterno enemigo de Nueva Delhi, para hostigar a través de los talibanes a la Unión Soviética durante la invasión de Afganistán en 1979. Hasta 1990, Pakistán recibió continuas remesas de material militar americano y chino. La India se sentía aislada, ya que también mantuvo disputas fronterizas con China en la guerra sino-india de 1962, además de conflictos en el Tíbet y en Nepal. Las cuestiones de fronteras provocaron rupturas dentro del bloque comunista entre China y la Unión Soviética. Tras el fin de la guerra fría, el juego del equilibrio clásico de las relaciones internacionales entre estos cinco actores desaparece por completo con la disolución de la Unión Soviética.

Mientras el proceso desintegrador deja un vacío político para la India, Pakistán ve reforzada su alianza con Estados Unidos tras los atentados del 11 de septiembre. Pakistán se consolida como el aliado estratégico de EE UU en la zona. ¿De dónde viene entonces el súbito cambio de intereses americano, si Pakistán sigue siendo una pieza clave en el panorama geoestratégico de la zona y la India ha roto con sus premisas de no proliferación realizando cinco ensayos nucleares en 1998? Antía Mato Bouzas, investigadora del Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado, comenta que « la política de ‘la India primero’, es decir, de favorecer a la India como aliado principal en la zona —frente a Pakistán— ha ido gestándose durante la segunda Administración de Clinton, pero ésta ha sido redefinida con un claro componente estratégico por el actual Gobierno de la Casa Blanca (….) puesto que es el principal país asiático capaz de ejercer un cierto contrapeso al poder que representa China en varios frentes ».

Además del contrapeso que puede ejercer la India frente a la potencia china, Jean Racine explica que la Casa Blanca justifica su cambio de política a raíz de « la ideología de Bush, que se apoya en tres argumentos clave: la India es una democracia, su crecimiento se consolida y está llamada a ser una gran potencia ».

Por su parte, Sumit Ganguly, profesor de Ciencias Políticas especializado en cultura y civilización india en la Universidad de Indiana, piensa que « Estados Unidos confía más en la India [que en otros países] porque ha registrado un buen comportamiento en términos de no proliferación. Cuando los libios y los iraníes han solicitado a la India tecnología de armamento nuclear a cambio de petróleo, el Gobierno indio los ha rechazado ».

Desde 1995, el interés de Estados Unidos por la India como socio estratégico se manifiesta bajo la Administración Clinton con la firma de un acuerdo bilateral de cooperación militar. Durante su visita a Nueva Delhi en 2000, Clinton instó a Pakistán a restaurar la democracia y calmar el conflicto en Cachemira, mientras celebraba con los dirigentes indios, en una declaración común, el ‘concierto de las democracias’. A pesar importante para Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo desde 2001, Washington ha comenzado a distanciarse del régimen militar paquistaní porque Islamabad facilitó la entrega de material nuclear estratégico a Libia, Corea del Norte e Irán, y porque no detiene sus actos terroristas contra la India, ni sus incursiones en Cachemira. Las tensiones que existen entre ambos países hacen temer un enfrentamiento nuclear que podría amenazar la estabilidad de una región clave para los intereses norteamericanos.

Para la ensayista india Arundhati Roy, « Cachemira no es un problema para los Gobiernos de la India y Pakistán, sino la solución permanente para todos sus conflictos internos. (…) Cachemira es el conejo que se sacan de la chistera siempre que les conviene. Por desgracia, ahora es un conejo radiactivo que amenaza con escapárseles de las manos ».

Al encontrarse rodeada de países hostiles que le disputan sus fronteras, especialmente Pakistán y China, en los años 60, la India desarrolló un programa nuclear. En 1974 realizó la primera explosión de una bomba atómica, que Nueva Delhi calificó de ‘pacífica’ por miedo a las sanciones de la comunidad internacional.

En respuesta, Islamabad importó un reactor nuclear de Canadá y amenazó periódicamente a la India con una retórica bélica. En 1998, la India dio un paso más y pocas semanas después de la elección del partido nacionalista hindú, el BJP, llevó a cabo cinco ensayos nucleares, a los cuales Islamabad respondió haciendo explotar seis bombas atómicas. El conflicto desembocó en la breve guerra de Kargil de 1999.

Los expertos calculan que la India tiene entre 40 y 50 misiles activos y Pakistán entre 24 y 48. Pakistán y la India empezaron hace dos años a establecer un diálogo sobre Cachemira y otros conflictos fronterizos, y mantuvieron negociaciones para calmar el peligroso juego de la cuestión nuclear. Sin embargo, « el terrorismo constituye », según Antía Mato Bouzas, « un gran desafío para el avance de las negociaciones, porque su existencia siembra dudas sobre la implicación o la capacidad de Pakistán para controlar estos grupos ».

Otro elemento que ha influido en la decisión de Washington de acercarse más a la India tiene que ver con su fabuloso salto como potencia económica desde que el Gobierno del Partido del Congreso llevó a cabo en los años 90 una serie de reformas abriendo la economía india a la economía mundial. Desde 1996, la India es el país asiático que conoce el mayor crecimiento, después de China, lo que la ha convertido en el segundo coloso comercial de la región. En los años 90, la crisis financiera que atravesó la India la forzó a reformar su economía según un programa fijado por el Fondo Monetario Internacional. El Gobierno indio apostó por las nuevas tecnologías, la biotecnología y la subcontratación de servicios en los sectores bancarios, de seguros e informáticos, una apuesta que tuvo mucho éxito. La India está ahora reconocida mundialmente por sus servicios informáticos competitivos y de calidad.

A partir de 1992, la India consiguió salir de esta crisis gracias a su fuerte capacidad de negociación con el FMI, ya que « en el FMI y el Banco Mundial hay muchos indios », apunta Jean-Luc Racine. « Cuando negocian con estos dos órganos, saben manejar la situación ». Además, siguiendo la tradición nacional de Nehru, la India optó por un desarrollo autónomo y reformas moderadas. Esta apertura económica ha venido acompañada de una actividad diplomática muy intensa. Empezando por Estados Unidos, donde « la diáspora india se ha convertido por primera vez en una fuerza política muy activa, intentando influir en la política americana a su favor », explica Sumit Ganguly.

Una poderosa diáspora

« Alrededor de uno o dos millones de indios viven en Estados Unidos », comenta Jean-Luc Racine. « Es una comunidad muy educada, que vive mejor que la media americana, y de los cuales la mitad trabaja en Silicon Valley », el laboratorio americano de las nuevas tecnologías. Ahora ya no sorprende que sea justamente en el ámbito de las nuevas tecnologías en el que la India apoya su éxito económico y que en Bangalore exista el cuarto mejor centro de investigación en nuevas tecnologías del mundo.

Con 240.000 empleados de la industria informática, Bangalore cuenta con más trabajadores que Silicon Valley. El inventor del correo electrónico Hotmail, Sabeer Bhatia, era también indio. Este fabuloso despegue económico ha motivado también un acercamiento a China, cuyo intercambio comercial « ha crecido espectacularmente, en torno a los 13,4 billones de dólares, en 2004 », apunta Antía Mato Bouzas. « Al impulso de las relaciones comerciales hay que sumarle una creciente colaboración en otros ámbitos, como el militar y sobre todo el energético », sigue explicando la investigadora.

A pesar de la buena relación que Nueva Delhi tiene ahora con Pekín, la India quiere ejercer un contrapeso a las ambiciones expansionistas del coloso chino. Por ello, la India refuerza su dispositivo militar marítimo, ya que ambos se disputan el control de Océano Índico, único camino sin obstáculos que vincula el Mar Rojo con el Golfo Pérsico. Quien controle este océano, se asegurará el transporte del petróleo de los Estados del Golfo.

El papel de potencia económica emergente de la India plantea el problema de su seguridad energética. Se calcula que en 2010, la India será el cuarto gran consumidor de energía del mundo.

Esta necesidad de energía ha motivado el acercamiento indio a Irán, porque Nueva Delhi sueña con la construcción de un gaseoducto que una ambos países pasando por Pakistán. Estados Unidos no ve con buenos ojos el desarrollo de estas relaciones, ya que Irán en un país en el punto de mira de Washington por su programa nuclear, considerado en este caso como una amenaza a la seguridad internacional.

La oferta de Bush de apoyar a la India en la modernización de su tecnología nuclear puede tener algo que ver con la necesidad energética de la India para sostener su ritmo de crecimiento. De esta manera, Estados Unidos la aleja por el momento del proyecto de construcción del gaseoducto indo-iraní. Pero la India no está dispuesta a someterse al yugo americano y entiende su relación con Estados Unidos como motivada puramente por razones económicas y estratégicas. « El acercamiento entre Estados Unidos y la India no debe interpretarse como alianza, sino más bien como una relación estrecha », comenta Antía Mato Rouzas. Orgullosa de su tradición de política exterior independiente, la India quiere ser una potencia económica y militar de primer orden que actúe tanto a nivel regional como internacional.

A pesar de una presencia activa en los más importantes foros regionales como el de seguridad asiático ASEAN —Asociación de las Naciones de Asia del Sureste—, o los foros económicos como el APEC —Asian Pacific Economic Cooperation—, el grupo de los 77 y de los 15, la India ambiciona entrar en el club de los grandes, con un sillón de miembro permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU y en el G8. « También pretende que se le reconozca su condición de potencia nuclear —algo a lo que EE UU parece acceder, de modo tácito, en el acuerdo sobre cooperación nuclear— », apunta Antía Mato Bouzas. A pesar de todos los éxitos que acumula la India en muchos ámbitos, « el país no es capaz ahora mismo de desempeñar el papel de potencia mayor porque un tercio de su población sigue viviendo en la extrema pobreza.

Hasta que la India no resuelva el problema endémico de su pobreza urbana, no podrá actuar plenamente a nivel internacional. La India tiene todavía pies de barro », concluye Sumit Ganguly. Todos los expertos coinciden en afirmar que el anhelo de pertenecer al ‘club de los grandes’ deberá pasar primero por la resolución de sus conflictos internos, con su propia población, tanto o más que por los conflictos con sus vecinos.

Article publié en mars 2006. Texte: tous droits réservés