Politique Internationale

La calle es suya

ESPAÑA: La Policía ha fichado en Madrid más de 600 miembros de bandas latinoamericanas y otros 1000 constan en los archivos de la policía como sospechosos. Este fenómeno, que ha cogido por sorpresa a la sociedad española, es responsable de los actos más salvajes de violencia callejera en otros países.

En 2003, una banda de menores latinoamericanos apuñala por error a Ronny Tapias, un joven colombiano de 17 años, a la salida de su instituto en Barcelona. Los presuntos asesinos, los Ñetas, le confundieron con un miembro de la banda rival de los Latin Kings. Ronny era la primera víctima dentro de la larga lista de ajustes de cuentas entre bandas de América Latina, un fenómeno que preocupa a jueces, policías, abogados y ciudadanos españoles. En España se ha encendido la luz de alarma frente a un problema apenas conocido hace 5 años, que está tomando dimensiones preocupantes. Según la Policía, 4 ó 5 veces al mes se producen en Madrid agresiones entre jóvenes de estas bandas. El episodio más reciente ha sido la muerte de un joven ecuatoriano en la plaza Cantoria, en Carabanchel. Los ‘reyes latinos’ imponen su propia ley en las calles de Madrid o de Barcelona, atrayendo cada vez a más jóvenes de Ecuador o Colombia.

El Grupo Urbano Antisocial de la Policía tiene fichados en Madrid aproximadamente 600 miembros de bandas de origen latinoamericano que se componen de jóvenes entre los 14 y 24 años, principalmente ecuatorianos y colombianos —sin contar los otros 1.000 más que están bajo sospechas—.

Un producto de la inmigración

Estas pandillas tienen su origen en el universo carcelario americano o vienen directamente de América Latina, « trayendo su disputa aquí », explica Esteban Ibarra, Presidente del Movimiento contra la Intolerancia. Sin embargo, las bandas latinoamericanos que se encuentran en España no suelen tener ningún nexo con las pandillas estadounidenses, sino que « actúan simplemente con un gran mimetismo respecto a lo que sucede en EE UU. »

Un estudio realizado por el antropólogo inglés Luke Dowdney sobre la violencia en los niños y adolescentes denuncia los altos niveles de violencia juvenil en países como Ecuador, Colombia o El Salvador. Juan Méndez, un experto en seguridad y delincuencia de Ecuador, teme que, incluso, el problema podría « tener a corto plazo proyecciones muy peligrosas para otros países ».

Estados Unidos, que ha desarrollado una política muy drástica de expulsión de estas bandas juveniles a su país de origen, ha provocado una situación muy difícil para El Salvador, cuyo Gobierno « se vio casi impotente para controlar a los Latin Kings expulsados de Los An geles, donde habían causado problemas gravísimos. » Según Andrew Papachristos, sociológo de la Universidad de Chicago, las bandas se han expandido mundialmente, no tanto « porque se hayan convertido en organizaciones multinacionales sino por la enorme movilidad de sus miembros. »

Jóvenes desarraigados

Muchos de ellos se han venido a España. Según estadísticas del Observatorio Permanente de la Inmigración, los ecuatorianos son los inmigrantes latinoamericanos con mayor presencia, seguidos en segunda posición por los colombianos. En los diez últimos años hubo en España un crecimiento exponencial de la inmigración, especialmente proviniente de países de America Latina, « viviendo en una década lo que en Francia o Alemania tardó 25 años en producirse, » comenta Estrella Rodríguez, del Departamento de Integración de los Inmigrantes del Ministerio de Trabajo. Sin embargo, los ciudadanos españoles tomaron conciencia del fenómeno de las bandas en el año 2003, cuando fue arrestado el jefe de la banda de los Latin Kings, Quin Wolverín, después de haber violado a varias mujeres en la Casa de Campo y tras el asesinato de Ronny Tapias en Barcelona.

En Ecuador, muchos jóvenes se acercan a estas bandas porque se encuentran solos, afirma Juan Méndez: « Sus familiares han emigrado para trabajar en otros países y no tienen un hogar que les controle. Han quedado bajo el control de los abuelos. » « Estos adolescentes reciben dinero de sus padres que viven en otros países pero no tienen una autoridad, un padre o una madre, » comenta Estrella Rodríguez.

En España, la reagrupación de las familias parece no haber solucionado el problema. Según el Jefe policial del Grupo especializado en Investigación de bandas latinas, « los hijos han estado 3 ó 4 años en Ecuador solos, la mayoría del tiempo en la calle, a cargo de familiares como los abuelos. Cuando vienen a España, el descontrol sigue igual porque la madre y el padre siguen ausentes del hogar, al encontrarse trabajando todo el día. »

Los padres, en la mayoría « mujeres solas », suelen tener 2 ó 3 trabajos para proveer a la familia que se queda en el país y dejan sus hijos abandonados a su suerte. En sus países, la separación de sus padres condujó a muchos jovenes a integrarse en una banda como solución a su desamparo. A su llegada a España siguen repitiendo el mismo esquema, recayendo en las garras de las bandas que conocen a través de amigos o familiares.

« No te dejan en paz, te provocan hasta que los de la banda contraria piensan que eres uno de ellos y ya van por ti a pegarte. Y luego, claro, necesitas protección de la banda, » explica un joven Ñeta que no quiere ser identificado. Para Vicente Rodríguez, investigador principal del proyecto sobre Inmigración, Formación y Empleo de la Comunidad de Madrid, la atración de los jovenes por las bandas se explica por el nivel educativo no especialmente alto de sus padres, la desestructuración familiar, las dificultades que implican su educación así como su entrada en el mercado de trabajo.

Las leyes de la banda

El Defensor del Menor, Pedro Núñez Morgadez explica que la banda « fomenta su autoestima, les hacen sentirse seres reconocidos. Y eso es lo que no están encontrando en nuestra sociedad y en la escuela, donde son considerados, en parte, como ciudadanos de segunda. » Estas pandillas ejercen de grupo protector para estos jóvenes que no consiguen encontrar su sitio. Les dan una serie de normas muy estrictas a seguir, especialmente en el caso de los Latin Kings. Además, pertenecer a la banda les rodea de un glamour especial de rapero, con sus propios símbolos, música, y colores de vestimenta que les hace sentirse como los reyes de la calle. Los colores de sus ropas, sus adornos y la longitud de sus collares son el elemento que pone de manifiesto hacia el exterior su pertenencia a una determinada banda y su importancia en su muy jerarquizado escalafon, que abarca desde los recien iniciados hasta el rey o lider.

« Su objetivo fundamental es definir su territorio y sus poderes », explica Esteban Ibarra. « Son muy machistas, interpretan que las chicas son de su propiedad. Este comportamiento se refleja en los ritos de iniciación de la banda vinculados con la resistencia a la violencia, el aguantar una paliza, el superhombre. » De hecho, la mayoría de sus peleas se originan por una chica. De momento, parece que sea un fenómeno de delincuencia juvenil, aunque tengan la misma estructura que en los Estados Unidos, donde los Latin Kings hablan de nación latina, la Todopoderosa Nación de los Reyes Latinos –Almighty Latin King Nation–, dotada de una ‘Constitución’.

A diferencia de España, la banda estadounidense esta considerada como una de las más violentas y numerosas del país. La pandilla está involucrada en el crimén organizado, el narcotráfico y tiene armas de fuego. De momento, no es el caso en España aunque el experto ecuatoriano Juan Méndez teme por la intensidad de su crecimiento y su extensión a países europeos. « El peligro mayor es la penetración en el narcotráfico. » El estudio realizado por Luke Dowdney sobre la violencia en los niños y adolescentes revela que las tasas de homicidio entre los jóvenes entre los 15 y 24 años están creciendo a nivel mundial a raiz de la expansión del crimen organizado. « Cada vez hay más violencia juvenil », comenta Esteban Ibarra. Para él, « la existencia de estas bandas es el producto del fracaso de la política de integración de los jóvenes inmigrantes. Hay una segregación del joven inmigrante. Con prácticas segregacionistas no se integra, y si no se integra, facilitamos el pandillismo urbano y la aparición de este tipo de grupos. »

Article publié en septembre 2005. Texte: tous droits réservés