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Atapuerca: Nuestros « abuelos », los caníbales


Los arqueólogos de Atapuerca han descubierto que hace 800.000 años el ‘Homo Antecessor’ practicaba el canibalismo para eliminar a otros grupos

Erase una vez, hace 800.000 años, que una especie de homínidos llamados ‘Homo Antecessor’ se comía a los pequeños niños de las tribus que deseaban instalarse en la rica sierra de Atapuerca, cerca de Burgos. Estos casos de canibalismo descubiertos en Atapuerca podrían ser « de alto contenido ideológico », al ser las primeras manifestaciones del desarrollo de una conciencia social. Esta es la conclusión de Eudald Carbonell, profesor de Arqueología de la Universidad de Tarragona y codirector de los yacimientos de Atapuerca.

Vestido como Indiana Jones, Eudald Carbonell se dedica desde hace 30 años a estudiar los fósiles encontrados en las excavaciones de la sierra burgalesa donde se hallan las más antiguas pruebas de canibalismo del mundo.

El grupo de investigación de los hallazgos de Atapuerca ha descubierto en la gruta denominada Gran Dolina huesos de niños y niñas con marcas de dientes e instrumentos que apuntan a la práctica de antropofagia hacia otros grupos « que quieren entrar en la sierra ». Al descubrir el primer cráneo con marcas de cuchillos, los investigadores pensaban que se trataba de un caso de canibalismo dentro de la misma tribu. Tras descubrir más casos de niños canibalizados, Carbonell está convencido de que no se trata de un « canibalismo gastronómico, sino más bien de un canibalismo cultural, que sirve para crear una presión sobre la sociedad ».

« Para poder proteger su territorio », los que viven en la sierra « empiezan a eliminar las pirámides de población, lo que hace que estos grupos se desestructuren ». Eudald Carbonell está seguro de que « existían redes sociales muy potentes. Otros grupos no se acercaban a la sierra porque sabían perfectamente que se estaba instaurando una cultura de canibalización », hasta tal punto que la Montaña de Atapuerca —hace 850.000 años— era conocida como la Montaña de los caníbales ». Este descubrimiento es fundamental para comprender una etapa clave en la evolución humana: la toma de conciencia como especie, característica del ‘Homo Sapiens’. Según el arqueólogo, la evolución consta de diferentes fases: « la posición bípeda, el crecimiento y la complejidad del cerebro, la producción de herramientas, el lenguaje y el descubrimiento del fuego. Todos estos elementos producen el pensamiento simbólico y la conciencia de especie ».

Primeros rituales funerarios

Juan Luis Arsuaga, también codirector del yacimiento, piensa, por su parte, que « en los restos humanos encontrados no aparece ningún tratamiento especial que indique algún tipo de respeto o de consideración, y por lo tanto parecen más bien restos de comida, como si fuera una práctica puramente alimenticia ». Para él, las primeras huellas de la conciencia se revelan más tarde, como atestigua la Sima de los Huesos. Allí fueron descubiertos cadáveres acumulados en una misma cueva, lo que hace pensar a los investigadores que se trataría de los primeros ritos funerarios. « En las cuevas se encuentra un caso que interpretamos como un caso de conducta de comportamiento ritual, una práctica funeraria, una acumulación de cadáveres de forma deliberada. Estos cadáveres humanos encontrados no han sido consumidos, han sido depositados por otros humanos, y pensamos que formaban parte de una práctica de tipo ritual, de una ceremonia y esto implica la existencia de conciencia, de simbolismo y también del lenguaje », explica Arsuaga.

Conciencia y creencia

« Serían las primeras pruebas de un comportamiento que no es pura práctica de los animales, sino que tiene significado para el grupo ». ¿Apuntan entonces estos descubrimientos a una creencia metafísica? Juan Luis Arsuaga opina que sí: « Es un comportamiento que tiene que ver con las creencias, es un acto de conciencia ». La aparición de esta capacidad de entendimiento formaría parte de un largo proceso desencadenado por el aumento del tamaño del cerebro así como la utilización y el desarrollo de instrumentos.

« Lo que nos ha convertido en humanos es la tecnología », señala Carbonell. Tras años de estudios arqueológicos, el profesor piensa que la técnica y el desarrollo de instrumentos nos han permitido desarrollarnos como seres humanos. Por ello, está convencido de que la técnica —al compartirla con los demás— nos ayudará a ser aún más humanos.

Si los descubrimientos de Atapuerca sobre las prácticas funerarias intrigan tanto a los arqueólogos es porque la organización de sepulturas indica una primera conciencia de la muerte, es decir, la aparición de una percepción metafísica que impulsa a comprender el orden global del universo, una fase de la evolución humana que precedería al nacimiento de las grandes civilizaciones y la organización social.

Para Carbonell, comprender cómo el tiempo desarrolla la conciencia ayudaría a descifrar el misterio de la evolución. « La integración de la inteligencia con la conciencia podría relativamente responder al origen de la vida », afirma el arqueólogo. Explica que « la inteligencia es una cosa muy antigua que está en todos los mamíferos, pero la conciencia es algo moderno. La inteligencia aparece en los homínidos hace 2,5 millones de años en África, mientras la conciencia emerge de forma concreta hace 20.000 años en la Sima de los Huesos, donde acumulaban a sus muertos ».

Inscrito en el Patrimonio de la Humanidad en 2000, el yacimiento de Atapuerca tiene aún muchos secretos que desvelar. Este año, los paleontólogos han sacado de los yacimientos unos 160 fósiles, entre ellos un cráneo entero de un varón perteneciente a la especie del ‘Homo Heidelbergensis’, así como ocho huesos de una mano.

Desde las primeras excavaciones en 1976, fueron extraídos más de 5.000 huesos humanos. Conocido por tener las pruebas más antiguas y más abundantes de la presencia humana en Europa, el yacimiento alcanzó fama internacional al descubrirse en él en 1994 la nueva especie del ‘Homo Antecessor’ que vivió hace 800.000 años. « Atapuerca no solamente es un lugar privilegiado dentro de la Meseta, resultando ser una zona ecológicamente muy productiva, sino que además las características de las cuevas han facilitado unas excelentes condiciones de fosilización », explica Juan Luis Arsuaga.